Terapia psicológica infanto-juvenil
No existe otra etapa en la vida de las personas donde se experimenten tantos cambios como en la infancia y en la adolescencia. Basándonos en la psicología evolutiva, hacemos especial hincapié en el desarrollo intelectual, social, emocional y físico del niño/adolescente, con el fin de apoyarlo en su proceso de evolución, y mejorar su adaptación al entorno.
Para ayudar al niño/adolescente en este camino, es importante no solo realizar terapias individuales con ellos, si no también con los referentes más importantes de su entorno, como sus padres y profesores, con los que se mantiene contacto constante y se realizan reuniones frecuentes con el fin de facilitar guías y pautas que puedan ayudar en su evolución.
¿Cuando tengo que llevar a mi hijo al psicologo?
Algunas dificultades psicológicas que pueden surgir en los niños y adolescentes, y que pueden requerir la ayuda de un profesional, son entre otras:
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Problemas de conducta: Comportamiento desafiante, desobediencia, rabietas, agresiones, oposicionismo, mentiras, tanto en casa como con otros niños.
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Problemas de sueño: Falta de sueño, pesadillas, miedo a dormir solo...
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Problemas de alimentación: Obesidad, anorexia, se niega a comer determinados alimentos, reflujo, vómitos, atracones, exceso de ejercicio o uso de laxantes, etc.
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Problemas de rendimiento escolar: Falta de concentración, fracaso escolar, falta de motivación, adaptación, negación a hacer los deberes, etc.
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Problemas de control de esfínteres diurno y nocturno.
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Hiperactividad: Problemas de atención, impulsividad, falta de autocontrol, etc.
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Miedos y fobias: Fobias concretas, ansiedad por separación de los padres, negación a ir al colegio, miedo a relacionarse con otros niños, a los cambios, a quedarse solo...
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Ansiedad: Tics, obsesiones, manías, conductas regresivas/infantiles, rascarse, hacerse heridas, sensación de nerviosismo, malestar, inquietud, miedo o preocupaciones generalizadas, timidez, etc.
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Problemas emocionales: estado de ánimo bajo, tristeza, ira, irritabilidad, aislamiento, cambios bruscos en el estado de ánimo.
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Problemas en las relaciones con otros niños: Falta de habilidades sociales, dificultad para hacer amigos, miedo a decir que no, timidez, etc.
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Problemas familiares: Celos entre hermanos, peleas, separacion de los padres, sobreprotección, problemas con las normas, etc.
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Duelo: Pérdida de algo importante para el niño; muerte, ausencia, o abandono de una persona significativa, cambios de residencia, ruptura de pareja, etc.
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Problemas de adicciones: Abuso de alcohol o drogas, adicción al móvil, videojuegos, internet, mal uso de las redes sociales.
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Acoso escolar: Bullying, cyberbulling, etc.
Si consideras que tu hijo puede sufrir alguna de estas dificultades, no dudes en ponerte en contacto con nosotros.
Terapia EMDR para niños y adolescentes
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